La programación para niños y la robótica están llegando a la escuela tradicional, pero es muy probable que se caiga en los mismos errores de planteamiento que con otras materias.
Probablemente el mayor problema sea hacer obligatorio el aprendizaje de la programación. Hacer que los niños aprendan a programar por programar no erróneo y puede tener un resultado muy diferente al que se busca provocando “programafobia”.
Hasta ahora no se provocaba ese rechazo por la computación en la escuela por lo que solo las personas que realmente querían aprender a programar lo hacían de forma voluntaria. De hecho, esa voluntad propia era un pilar fundamental para conseguir ese objetivo final.

¿Cómo conseguimos presentar la programación para niños sin que se sientan obligados a programar?
Realmente esta cuestión es la más importante en todo un proceso de aprendizaje y dominio de la programación, y me atrevo a decir que lo mismo ocurre con cualquier otra habilidad.
Si pretendemos enseñar a programar a niños que no quieren ser enseñados fracasaremos sin remedio.
Desde nuestra visión adulta entendemos que saber programar y otras habilidades digitales serán de gran ayuda en el futuro de nuestros hijos igual que el resto de habilidades del siglo 21. Sin embargo, los niños no ven esa utilidad igual que no la veíamos nosotros en las matemáticas o el inglés.
La buena noticia es que podemos hacer que los niños quieran aprender a programar si mostramos la programación como el medio, no como el fin.
¿Quieres acercar la programación a tus hijos de manera creativa?
¿Entonces cuál es el fin?
Aquí viene el cambio de paradigma que debemos trabajar como padres entendiendo que lo realmente valioso es los niños es la curiosidad, la creatividad y las ganas de aprender.
Es difícil definir Tecnodemia porque no es una escuela de programación y robótica, sino un lugar en el que se fomenta la curiosidad, la creatividad y las ganas de aprender.
Sabiendo que lo importante es que sean ellos los que quieran aprender a programar ponemos realmente el foco en su curiosidad y creatividad.
Es imposible que se apasionen por la programación, pero es fácil que se entusiasmen programando sus propias creaciones. Parece lo mismo, pero no lo es. Nadie siente pasión por una sierra o un martillo, pero hay quienes están enamorados del bricolaje.
Cuando los niños comprueban lo que son capaces de hacer gracias a la programación su creatividad se dispara.
La imaginación hace el resto del trabajo porque siempre va por delante de lo que pueden desarrollar. Saben que se puede hacer, pero no saben cómo, de manera que la curiosidad y las ganas de aprender aumentan.

Mentores en programación
En este punto los mentores juegan un papel muy importante ayudando en ese espacio que hay entre lo que son capaces de hacer por sí solos y lo que pueden hacer con ayuda, pero que conseguirán hacer por sí solos en la siguiente etapa (los andamios que definió Vygotsky).
De nuevo, los niños comprueban que han sido capaces de crear algo que solo estaba en su imaginación gracias a la programación. Entonces se vuelve a iniciar ese círculo virtuoso de creatividad y curiosidad buscando el “más difícil todavía”.
Adivina qué niños acaban interiorizando la habilidad de programar, los que son obligados o los que no.
Académicamente se obliga a conocer los elementos de un programa, su estructura o su función, pero eso no significa que se sepa programar.
Saber programar es tener la capacidad de llevar a cabo una idea o resolver un problema a través de la programación y para eso hace falta cultivar la creatividad.
Tecnodemia no es una escuela de programación y robótica, sino una escuela de creatividad en la que se utiliza la programación y la robótica.
Imponer la programación para niños es la peor elección que podemos hacer si queremos que aprendan a programar.
¿Quieres acercar la programación a tus hijos de manera creativa?