Si nos trasladamos a nuestra infancia todos hemos tenido pasiones que han ido construyendo nuestro aprendizaje, aficiones o intereses que se han traducido en unas experiencias concretas. Veamos de qué manera aprender a programar puede ayudar a generar esas experiencias.
Nos resulta cercana la teoría constructivista de Piaget porque entendemos que nuestras propias experiencias han servido para cimentar nuestras conexiones neuronales y nos han ayudado a seguir aprendiendo.
Todos los niños no pueden aprender igual ante una propuesta educativa dirigida sencillamente porque cada uno ha tenido unas experiencias previas, por lo que parten de una posición distinta e individual.
En mi caso particular de niño me gustaban mucho los coches de slot de Scalextric en la versión de pista clásica pero también los STS 4×4. Además disfrutaba ampliando una modesta maqueta de trenes Ibertren.

Analizando mi infancia no es raro que yo entendiera mejor el concepto de continuidad eléctrica que personas con otras aficiones infantiles. Mantener esa continuidad en las pistas de Scalextric o las vías de Ibertren era fundamental para disfrutar del juego.
En tu caso han podido ser otras cosas. Quizá te gustaba mucho ir de acampada y tu experiencia en la naturaleza te ayudó para entender conceptos de biología. Puede que te apasionara algún deporte y pudiste avanzar mejor en las clases de anatomía.
¿Quieres acercar la programación a tus hijos de manera creativa?
Piaget estudió todo este proceso de ayuda al aprendizaje futuro según las experiencias previas por lo que proponía generar esas experiencias en todo un grupo de niños con el que se quisiera trabajar. De esta manera se podría asegurar que todos los niños tendrían las mismas experiencias previas.
La teoría del constructivismo de Piaget es interesante y se utiliza en las escuelas, según dicen. Sin embargo, como cualquier solución de patrón único para utilizar con niños muy diferentes, es muy mejorable.
Importancia del componente afectivo en el aprendizaje
Seymour Papert fue discípulo de Piaget. Trabajaron juntos durante mucho tiempo, el suficiente como para que Papert se atreviera a cuestionar el modelo de Piaget.
Papert, analizando su propia infancia, se dio cuenta de que Piaget no había tenido en cuenta las implicaciones del componente afectivo.
¿Le serviría a cualquier niño que le pongamos a jugar con un Scalextric todos los fines de semana durante todo un año? ¿Tendrá una ventaja para entender la conductividad y la continuidad eléctrica como lo supuso para mí?
Es evidente que no. Si no tenemos en cuenta el componente afectivo, el interés, la pasión o como lo queramos definir, será imposible que esa experiencia ofrezca una ventaja y corremos el riesgo de que incluso tenga un efecto negativo por rechazo.

Papert defiende que hay que ofrecer las condiciones adecuadas para que cada niño o niña genere sus propias experiencias. Experiencias individuales, completamente únicas para cada persona, que lógicamente estarán definidas por sus propios intereses.
No tiene sentido generar las mismas experiencias para todo un grupo de personas porque desde el punto de vista afectivo y emocional será muy diferente para cada uno de ellos.
El construccionismo de Papert no es tan popular como el constructivismo de Piaget porque es imposible de aplicar en un sistema educativo encorsetado que busca una solución única para todos los niños.
Por suerte tenemos la libertad a nivel familiar de aplicar ese construccionismo con experiencias individualizadas para nuestros hijos basadas en sus propios intereses.
En la opción de educación autodirigida que llevan a cabo muchas familias en homeschooling y algunos colegios “alternativos” la teoría de Papert se lleva a cabo de manera natural, nadie tiene que haber oído hablar del construccionismo, simplemente es algo lógico.
¿Qué tiene que ver aprender a programar en todo esto?
Papert es más conocido por ser el padre de la robótica educativa y creador del lenguaje de programación LOGO que por sus teorías educativas, pero todo está unido.
Cuando quiso introducir los ordenadores en las aulas en los años 70 y 80 lo que pretendía era precisamente proporcionar esas experiencias basadas en los propios intereses de cada estudiante. Él confiaba en ello por las características particulares de un computador.
En 1980 escribía en su libro Mindstorms: “La computadora es el Proteo de las máquinas. Su esencia es su universalidad, su poder de simular. Dado que es capaz de asumir un millar de formas para cumplir un millar de funciones, puede resultar atractiva para un millar de gustos. Este libro es el resultado de mis propios intentos, a lo largo de la última década, de convertir las computadoras en instrumentos lo suficientemente flexibles para que muchos niños logren crear, cada uno para sí mismo, algo parecido a los que los engranajes fueron para mí”.
Cuando habla de engranajes se refiere a un juego de ruedas dentadas y transmisiones que enamoró a Papert de niño y según él cimentó el conocimiento que lo llevó a ser matemático. Entenderás mejor su experiencia con los engranajes y el construccionismo escuchando este episodio del podcast. 👇🏼👇🏼👇🏼
Diferentes maneras de plantear la programación
Han pasado cuatro décadas y la programación y la robótica ya están introducidas en los colegios y no digamos en las academias de extraescolares. Sin embargo, en general se sigue planteando aprender a programar desde un punto académico y completamente dirigido, con el objetivo de que todos los niños y niñas aprendan a programar.
La historia no va a ser diferente de cuando se pretende que aprendan matemáticas, física o inglés. Ese planteamiento acabará teniendo un efecto negativo en la mayoría de estudiantes que en muchos casos aborrecerán la programación por la manera en la que se les ha presentado.
En Tecnodemia somos conscientes del valor que la programación va a tener en el futuro de los niños. Sin duda será una habilidad que les ponga en una situación de ventaja tanto en el plano laboral como en el de su desarrollo individual o de emprendimiento.
Pero intentar aprender a programar de manera directa nos parece que no es la manera más efectiva de hacerlo y es precisamente lo que nos diferencia de otras propuestas educativas.
Queremos recuperar esa visión de los ordenadores que tenía Papert y utilizar la programación como generadora de experiencias siguiendo los intereses individuales de cada niño o niña.
No es necesario ni se pretende que la programación o la tecnología sean una pasión, sino la herramienta para cultivar los intereses que ya tengan los niños.
De esta manera pueden adquirir las habilidades relacionadas con la computación de manera natural llegando a tener un dominio muchísimo más elevado que cualquier alumno al que se le imponga la programación en el ámbito educativo reglado.
¿Quieres acercar la programación a tus hijos de manera creativa?